28 abr 2014

De la Declaración de Estocolmo a la Lomce, 13 años en baldío, por Abraham Barchilón

Entre los días 26 y 29 de enero del año 2000, se desarrolló en la capital sueca el Foro Internacional sobre el Holocausto, que tenía como antecedente el acuerdo de mayo de 1998 entre el Presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y los Primeros Ministros de Suecia y Gran Bretaña, Goran Persson y Tony Blair, respectivamente. Rápidamente, a la loable iniciativa, promovida por los países anteriormente citados, de instaurar la llamada "Task Force”, cuyo objetivo era prescribir la introducción del estudio de la Shoá en las programaciones educativas de las Instituciones docentes dependientes de los mismos, mostraron sus adhesiones los gobiernos de Francia, Alemania, Israel, Italia, Países Bajos y Polonia, y ello con la intención, ya mencionada, de promover, en vísperas del nuevo milenio, la cooperación internacional en cuanto a la educación, la conmemoración y la investigación del Holocausto.
Para tal fin, durante tres días, más de 700 delegados de 47 países se hicieron presentes en la capital sueca. Dichas misiones, no sólo contaron con la participación de representantes oficiales o gubernamentales, sino también con la de científicos dedicados a las investigaciones relacionadas con el Holocausto, profesores y expertos educativos, directores de museos y archivos y colaboradores de organizaciones no gubernamentales, entre otros.
Un importante número de sobrevivientes al Holocausto se hizo también presente en Estocolmo, contribuyendo a elevar, en virtud de sus aportaciones vivenciales, el nivel de los debates., que concluyó con la siguiente Declaración final:
"Nosotros, altos representantes de los gobiernos, ante el Foro Internacional de Estocolmo sobre el Holocausto (26-28 enero 2000), declaramos: que el Holocausto (Shoah) cambió las bases de la civilización”. El carácter sin precedentes del Holocausto tendrá por siempre un sentido universal. Después de
medio siglo, continúa siendo un evento lo suficientemente cercano en el tiempo para que los supervivientes puedan todavía brindar testimonio sobre los horrores que azotaron al pueblo judío.
El terrible sufrimiento de los muchos millones de víctimas de los nazis ha dejado una indeleble cicatriz a lo largo de Europa.
La magnitud del Holocausto, planificado y ejecutado por los nazis, debe por siempre ser guardado en nuestra memoria colectiva. Los sacrificios de quienes desafiaron a los nazis y, al mismo tiempo, dieron sus propias vidas para proteger o rescatar a las víctimas del Holocausto, deben ser inscritos en nuestros corazones.
En dicho evento, estuvieron representados participantes de: Albania, Alemania, Argentina, Austria, Australia, Bélgica, Bosnia y Herzegovina, Brasil, Bulgaria, Canadá, Croacia, Chipre, República Checa, Dinamarca, España, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Gran Bretaña ,Grecia, Hungría, Islandia, Israel, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Macedonia, Moldavia, Noruega, Países Bajos ,Polonia, Portugal, Rumania, Rusia, Eslovaquia, Eslovenia, Sudáfrica, Suiza, Turquía, Ucrania, Uruguay y como observadores: la Santa Sede, las Naciones Unidas, Unión Europea, Consejo de Europa, Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.
Nuestro país estuvo representado y fue firmante del acuerdo, pero éste nunca llegó a aplicarse, ni en enero de 2000 cuando gobernaba en España Felipe González (PSOE) -V legislatura-, ni después cuando se sucedieron dos legislaturas – VI y VII - gobernando José María Aznar (PP); dos legislaturas más – VIII y IX – presididas por José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y actualmente, encontrándonos en la legislatura X bajo la presidencia de Mariano Rajoy (PP).
Analizamos la “Declaración de Estocolmo”, que prescribe la introducción del estudio de la Shoá en los programaciones educativas de las instituciones docentes, dependientes de los firmantes, y la promulgación de la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa, que en su artículo ciento dos añade la disposición adicional cuadragésima primera con la siguiente redacción:
«Disposición adicional cuadragésima primera. Prevención y resolución pacífica de conflictos y valores que sustentan la democracia y los derechos humanos. En el currículo de las diferentes etapas de la Educación Básica se tendrá en consideración el aprendizaje de la prevención y resolución pacífica de conflictos en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y de los valores que sustentan la democracia y los derechos humanos, que debe incluir en todo caso la prevención de la violencia de género y el estudio del Holocausto judío como hecho histórico.»
Es decir, que nuestros legisladores han invertido trece años y más de cinco legislaturas para plasmar en un texto lo que, como Estado, había sido ya firmado.
Pero podría, incluso, darse por bueno si la disposición de la Ley 8/2013 citada, además de ser una declaración de principios de las llamadas “políticamente correctas”, hubiera fijado el medio y la forma de llevarla a la práctica.
La materialización del estudio del holocausto, si consideramos las transferencias efectuadas a las Comunidades Autónomas en materia educativa, hará necesario conciliar, para cumplir con un acuerdo estatal, con las diferentes Comunidades y Ciudades autónomas, lo que sin duda se me antoja como prolijo y complicado: cómo formularlo, para paliar esta dificultad y poder cumplir tanto el acuerdo internacional como la legislación interior citada. Quizás un acuerdo adoptado en la Conferencia Sectorial de Educación sobre la suscripción, por parte de los diversos gobiernos autónomos, de “convenios instrumentales” con las comunidades judías de su ámbito territorial y, en su defecto, con la Federación de Comunidades Judías, sería la fórmula que, como complemento al acuerdo entre el Estado y la Federación de Comunidades Judías de España, harían posible llevar a la práctica el cumplimiento en cuestión.

Frases:
“28/4 se conmemora un nuevo aniversario del Holocausto”
“enseñar para No olvidar”.


Abraham Barchilón es abogado

 

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