¡Hermanos judíos!: ha llegado la hora de confesar nuestras verdaderas
intenciones. Los gentiles (no judíos) han intuido durante siglos
nuestra conspiración, pero han ido muy desencaminados. Que si deicidio,
que si crímenes rituales, que si planes para adueñarnos del mundo...
Cuántas páginas vanas de las mejores mentes del antisemitismo se han
desperdiciado: “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, “Mi lucha”, “El
Plan Andinia”, etc. Y lo más gracioso es que siempre han tenido las
evidencias delante de los ojos y no han sabido verlas. En el libro más
vendido y traducido de la historia.
Nuestros detractores nos acusaron de las pestes, de las derrotas
militares, de las hambrunas y crisis económicas, de las revoluciones:
minucias y distracciones de nuestro verdadero plan. Es hora de
confesarlo. Nos hemos confabulado para llevar la palabra de un único ser
divino a toda la humanidad y ya lo hemos conseguido en Occidente: de
nuestro seno surgieron las otras religiones monoteístas como el
cristianismo y el islam. Y también (es hora de contarlo), a pesar de
dificultar la lectura de nuestro Talmúd escribiéndolo en una antigua
lengua extinta (lo que ha llevado a nuestros perseguidores a imaginarse
vaya uno a saber qué planes y mensajes malignos ocultos en sus hojas),
allí dejamos constancia de nuestra misión. Nos habéis pillado: se llama
“tikún olám” y consiste en intentar que el
mundo sea un sitio cada vez mejor.
Esta claro que ambos objetivos no se han logrado plenamente: incluso
entre las sociedades monoteístas hay retrocesos en forma de nuevos
ídolos e ideologías paganas (fascismo, comunismo, populismo) y
violencias justificadas (racismo, fundamentalismo, terrorismo). Y aunque
el “tikún olám” parezca un completo fracaso cuando uno lee la prensa,
la verdad es que estamos mucho mejor que hace dos mil años, que hace
mil, quinientos, cien e incluso hay menos guerras y violencia organizada
hoy que hace dos décadas. Haced memoria y sed justos.
Por supuesto, el mérito no es nuestro, sino del Jefe, que en algún
capítulo de la Torá se alió con este pueblo para no tener que volver a
inundar la Tierra y recomenzar de cero. El plan es fantástico y sigue
vigente cuatro mil años después. Como en todo “emprendimiento” (como se
dice ahora), la “asignación de responsabilidades” despierta recelos: es
lo que comúnmente se llama antisemitismo o judeofobia, y que seguramente
estaría contemplado en el apartado de “efectos colaterales”. Pero,
echando la vista atrás, y a pesar del dolor por lo sufrido y por lo que
nos queda todavía por vivir, vemos cómo los “objetivos” se han ido
cumpliendo y somos los únicos supervivientes de aquellos tiempos (¿dónde
están los
babilonios, persas, antiguos egipcios, griegos y romanos?) que han
logrado conservar su identidad. Es lo bueno de tener clara cuál es la
“misión” en este mundo.
De modo que ahorraros tanta tinta vana, el odio caprichoso y las
envidias injustificadas, y empezad a ver la confabulación real que se
evidencia ante vuestros ojos, no las fantasías de la arrogancia y el
desprecio.
Como se suele decir en España: si esto no es una conspiración, que baje Dios y lo vea.
Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad.
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